Si aún no la has escuchado, puedes hacerlo aquí.
El papel en blanco
A la hora de comenzar cualquier proceso creativo el primer paso es superar el miedo al papel en blanco. ¡Son tantas las posibilidades a la hora de componer! En esta ocasión, al tratarse de una versión, ya teníamos la armonía del tema original, pero había que elegir aún muchas cosas: el tipo de acompañamiento, ritmo, instrumentación…
¿Por dónde empezamos? Decidimos partir de la letra. Queríamos crear una música que resaltara su contenido, esto es, el dolor de haberse sentido perdida, de haber sufrido ansiedad o depresión y, aún así, tener el propósito y la esperanza de superarla.
Nos dimos cuenta de que frases como “No sé si ser real es suficiente” o “Cuando me dijeron no” eran muy duras y queríamos dar espacio para que el oyente pudiera sentir ese dolor. Esto nos llevó a añadir un compás más (en el primer caso) y dos tiempos más (en el segundo) para generar ese espacio, rompiendo la simetría del tema original. En estos compases añadidos suenan armonías disonantes, inspiradas en el sonido de los cristales al romperse.
La Transformación de «Sé Quién Soy»
Esta idea de asimetría nos gustó porque encajaba con la sensación de inestabilidad que se siente al atravesar momentos difíciles. Por eso la introducción de esta versión también es asimétrica: cuatro compases más dos compases (en vez de los cuatro más cuatro habituales). Por cierto, la introducción también está inspirada en la letra: las primeras notas en ascendente reflejan el telón abriéndose y las insistentes apoyaturas descendentes el miedo o tristeza para enfrentarse al público, que es la vida.
A partir de aquí todo fue rodado. El tema sólo tenía que ir cogiendo fuerza:
- un ritmo cada vez más enérgico hasta ser imparable con los arpegios del final,
- un fraseo cada vez más simétrico que transmitiera estabilidad
- armonías cada vez más consonantes, hasta llegar a ser muy luminosas en la coda final que está en modo mayor, a diferencia del tema original que acaba en menor. Incluso decidimos añadir una séptima mayor en los últimos acordes, para aportar esa sensación de calma, relajación y plenitud tras la tormenta.
¿Por qué esta instrumentación?
Decidimos contar con dos instrumentos de cuerda, además del piano, porque queríamos un sonido íntimo y cálido. Las cuerdas, interpretadas por Irene Ortega al violín y Sara Ortega al cello, reflejan la lucha de Angy: el cello desciende, el violín intenta subir. Poco a poco, ambas melodías, la oscura y la luminosa empiezan a sumar fuerzas, hasta llegar a la nota más aguda de la canción: el armónico del violín al final, que es como ese rayito de sol que se cuela entre las nubes negras, para decirte: “ya pasó, está todo bien, puedes hacerlo”.
¿Cuál fue la parte más difícil?
Lo más difícil fue crear un fragmento de música completamente nueva para sustituir el pasaje instrumental del tema original, ya que era tan rockero que no lo podíamos adaptar al estilo íntimo de nuestra versión. Aquí trabajamos Olga y yo en equipo, compartiendo las melodías que nos venían a la cabeza, hasta que surgió el diálogo entre el violín y el piano, con melodías que descienden y ascienden, notas que intentan salir de la oscuridad aunque aún no lo consiguen del todo.
¿Qué fue lo más fácil?
Lo más fácil fue, sin duda, grabar el tema con Angy. No hicieron falta ensayos: Angy consiguió a la primera darle el carácter que habíamos pensado y que era completamente contrario al estilo que llevaba cantando durante meses para el “Benidorm Fest”. Su voz se adaptó, dándole el timbre, la dinámica y la emoción necesarias. Fue muy emocionante y acabamos todos llorando. Gracias Angy por haber confiado en nosotros. Hemos disfrutado mucho creando esta versión, que puede gustar más o menos, pero “es única en el universo” 😉
Un placer haber compartido con ustedes el proceso de creación de esta versión. Si quieres que te hagamos algún arreglo o compongamos alguna canción, contacta con nosotros. ¡Estaremos encantados!
